viernes, agosto 10, 2012

El insuficiente Proyecto de Ley de Primarias


La agenda legislativa impulsada por el Gobierno para mejorar la calidad de la política, es vista hoy con recelo por algunos centros de pensamiento, institutos académicos especializados y por una parte de la sociedad civil organizada.

Esta agenda, se compone de los proyectos inscripción automática y voto voluntario (ya vigente); elección directa de los Consejeros Regionales; iniciativa ciudadana de Ley; el incentivo para realizar plebiscitos comunales y el proyecto en trámite sobre Primarias, que cumplirá un año desde su ingreso al parlamento.

El proyecto de Ley sobre Primarias busca otorgar mayor transparencia y participación de la ciudadanía en el proceso de selección de candidatos de elección popular que presentan los partidos políticos, en síntesis, regulará los procesos de Primarias para seleccionar los candidatos a Presidentes de la República, Congresistas –Senadores y Diputados- y Alcaldes, eso sí, cuando los Partidos Políticos lo “estimen conveniente”.

Cuando un Partido Político apruebe realizar Primarias internas o Primarias para llevar un candidato único o común mediante una alianza o coalición política, deberá proceder de acuerdo a las formalidades que se establezcan (reglas del juego) que son, entre otras materias, las formalidades que no convencen, incluyendo a personeros e institutos del mismo sector político de Gobierno.

Las observaciones que derivan de experiencias sobre Primarias anteriores, se enfocan a grandes rasgos en el financiamiento, la paridad y cuotas de género, la potestad sancionatoria sobre el cohecho y el acarreo, cómo participarán los candidatos independientes entre otras y por cierto, de qué manera los militantes de cada partido y ciudadanos pueden “obligar” el realizar una Primaria cuando exista un “retador” sobre un cargo que se encuentre en ejercicio por alguna autoridad del propio partido o pacto.

Con todo, la participación del Servicio Electoral (SERVEL) ciertamente ya garantiza la concurrencia de recursos públicos para la organización del proceso y aumentará el grado de transparencia sobre los resultados y procesos de reclamación.

En cuanto a las cuotas de género y mayores potestades sancionatorias, si bien es cierto corresponderían ser tratadas mediante la modificación de otros cuerpos legales, como la Ley de votaciones y escrutinios por ejemplo, su incorporación en este proyecto sería un avance notable y permitirían brindar mayores estándares de calidad política como los que tienen países desarrollados.

Sin embargo, al momento votar sobre la idea de legislar en el Senado, se discutió mucho sobre la imperiosa necesidad de modificar el sistema electoral, que según muchos es origen del problema de representatividad política– nada se ha mencionado sobre la reforma a la ley de partidos políticos-, así, el Senador Navarro (MAS) votó en contra y concurrieron las abstenciones de los Senadores democristianos Frei, Rincón y Ruiz, así como del socialista Letelier.  

En un esfuerzo promovido por el Senador Rossi, quien preside la Comisión que tramita el proyecto, junto a las fundaciones Igualdad y Chile 21, organizaron un breve seminario que contó con expositores del PNUD, UDP, la ONG Humanas, históricos negociadores y expertos electorales del PPD y el PSCH, así como de Libertad y Desarrollo y el propio Ministro Larroulet, encargado de la agenda legislativa.

En este seminario se explicaron las críticas y observaciones ya mencionadas, no obstante, creo que la gran debilidad del proyecto es el tema de la decisión de cuándo organizar Primarias.

Supuestamente, el Proyecto viene a mejorar la representatividad y participación política; es “la” cesión de poder desde los partidos políticos hacia la ciudadanía, sobre quiénes serán sus representantes a competir en las elecciones.

Como lo señalamos, de acuerdo al proyecto, los partidos políticos efectuarán Primarias “cuando lo estimen necesario”, esto se traduce en que sólo ante la aprobación del Consejo General de cada Partido, corresponderá accionar la burocracia electoral para realizarlas.

Sin una reforma a la Ley de partidos políticos, la situación será igual que en la actualidad: la realización de Primarias podrá quedar excluida cuando una autoridad desee ir a la reelección, solo baste recordar las palabras del Senador Sabag (DC) durante la discusión de la idea de legislar al referirse a candidatos de no mucha “figuración”: “¿no sería posible que los partidos pidieran la realización de una encuesta por parte del Servicio Electoral?”

No nos engañemos, el proyecto tal y como está, no mejorará la calidad de la política ni mejorará la crisis de representatividad, la encuestocracia se mantiene vigente.

Lo que persigue este proyecto, al parecer, es resolver el escenario electoral Presidencial -que ya se tomó el debate de la agenda política-, y su utilidad será legitimar la selección de los candidatos presidenciables que correrán por los grandes conglomerados y pactos electorales, debiendo funcionar como herramienta de resolución de controversias frente a díscolos e Independientes, lo que finalmente no es del todo malo. 

Como concepto, es una muy buena iniciativa; mas el proyecto redactado por el gobierno parece que es solo “para cumplir” y denota que no presenta intencionalidad por mejorar profundamente los problemas de representatividad y participación ciudadana en la vida política de la república.

Habrá que seguir esperando conocer la redacción de los próximos proyectos que se presenten y verificar si el paquete completo sigue en la misma línea de mantención del Statu Quo institucional heredado de la dictadura de Pinochet.

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Para ver estado de tramitación del proyecto, digite 7911-06 (Nº Boletín) en el buscador de la web del senado: http://www.senado.cl/appsenado/templates/tramitacion/index.php 

miércoles, julio 18, 2012

Libertad Igualdad Fraternidad


El Fin de la Historia en Chile y las preocupaciones económicas

Durante los ochenta, muchos fueron los esfuerzos para recuperar la democracia; prevaleció la tesis de la política pragmática frente a los idealismos, pragmatismo que finalmente es intrínseco a la acción política desde la construcción de Roma –o antes- pragmatismo que también enseña a las clases gobernantes en cómo acceder al poder y cómo retenerlo.

Este proceso de restauración democrática, la Transición, se inicia aceptando y legitimando la nueva institucionalidad que estableció la Constitución hoy vigente y cuyos pilares siguen siendo defendidos a ultranza por un importante sector de la sociedad.

Luego de la caída del muro de Berlín (09/11/1989) y constatado que finalmente las estructuras políticas y económicas de los países comunistas han fracasado o se encuentran en procesos más o menos lentos de conversión hacia sistemas democráticos-liberales, no podemos sino hacer una reflexión acerca de qué dirección deben tomar las políticas públicas por las cuales estamos dispuestos a abanderizarnos.

En efecto, nuestra institucionalidad en lo formal nos reconoce como un País en el último estadio de la historia, hemos alcanzado en gloria y majestad la democracia-liberal (utilizando la tesis de Fukuyama sobre el fin de la Historia, basada en la dialéctica Hegeliana y cruzando la de Marx), ya que sin duda tenemos una economía de mercado que se basa en la libertad, un gobierno representativo y hemos logrado garantizar el imperio del derecho, aspectos que nos permiten ser un país respetable, escuchado y aceptado por la comunidad internacional.

No obstante lo anterior, existe hoy un alto grado de insatisfacción de la población, una debilidad que es más propia y general de los Estados fuertes (nuestro sistema aparentemente no es autoritario). Esta debilidad debe ser corregida rápidamente para que nuestro sistema político no caiga o siga cayendo preso de su propia autoridad o fuerza represiva y pueda promover el bienestar y progreso general en paz.

No es el caso ahondar aquí los motivos del descontento social, aunque no desaprovecharemos el momento para señalar como probables causas dos aspectos, que paradójicamente serían las bases de la democracia-liberal, primero, un conjunto de elementos político/representativo y otro de escala económica.

Por un lado tenemos el marcado presidencialismo de nuestra institucionalidad, la cuestionada representatividad parlamentaria y la poca competitividad en los cargos de elección popular locales y regionales. Por otro lado, en lo relativo a la economía, la hegemonía sobre el control del circulante por parte del sistema bancario, mediante una economía orientada al endeudamiento para el consumo familiar y no en la justa remuneración y la tan conocida y estudiada alta concentración del capital y/o de los medios de producción que deriva en la desigualdad o no funcionamiento del “chorreo”.

En la actualidad, no existe partido político en Chile que se contraponga a los valores democráticos, se valora el modelo de democracia representativa y en menor medida, alguno podrá sostener posturas enfocadas hacia mayores espacios para la democracia directa.

Como sea, existe un consenso mayoritario en Chile sobre la primacía de la democracia participativa como sistema político y como es sabido, existen muchas herramientas normativas que permiten abrir espacios cada vez mayores para acercar al ciudadano a una más plena participación, existiendo además tecnologías que ayudan en esta dirección.

Pero ¿es realmente el origen del descontento social la poca participación política directa? o quizás ¿es la falta de oferta y mala calidad de la representatividad?

La democracia estaría coja, pero cual mesa de comedor, hemos podido convivir con este problema ingeniando alianzas electorales y jugando al empate.

En lo económico, el liberalismo podemos entenderlo como la conjunción de la libertad personal, la libertad económica y una doctrina de gobierno limitado y restringido que permita a lo sumo otorgar y garantizar a los ciudadanos libertades, seguridad y justicia.

En nuestro país, la constitución establece en las bases de la institucionalidad el principio de subsidiaridad del Estado, la doctrina madre del liberalismo extremo-neoliberalismo- que ha sido el hueso santo más bien cuidado por los colaboradores económicos de la dictadura, además, nuestra carta fundamental sustenta las bases de las libertades personales y civiles, también establece la libertad económica para desarrollar cualquier actividad lucrativa legal, poniendo si, algunos parámetros conservadores o moralistas  que paradójicamente, no son propios del liberalismo.

En qué medida estas libertades económicas y el reconocimiento de la primacía individual sobre el quehacer económico genera tanta insatisfacción en Chile, si como se ha visto, en el resto de los países desarrollados esta situación significa progreso y bienestar social en casi todas sus capas sociales.

¿Existe plena libertad para emprender y realizar la actividad económica que se desee?, la respuesta, nuevamente será que en apariencia sí, pero en la práctica, no existe libre acceso al capital (que ya se encuentra concentrado) y además, en caso de acceder a él, se hace mediante altas tasas de endeudamiento.

En Chile la concentración del capital (la riqueza) y de los medios para la producción en general, hace inviable materializar la idea de libertad económica para la creación de riqueza de manera espontánea para el emprendimiento, quedando para la población mayoritaria una alternativa restringida del trabajo remunerado con bajas tasas de retorno y sueldos matemáticamente calculados que no distribuyen la abundancia económica y utilidades que exhiben las empresas, siendo además trabajos vulnerables y poco estables. 

Con poco capital para emprender, tenemos a grandes rasgos cuatro grupos o clases: los que tienen concentrado el capital, los emprendedores que buscan tener y generar riqueza – que de paso generan el 80% de los puestos de trabajo-, la gran masa asalariada o  trabajadora y finalmente y menor medida, los outsiders que no les interesa tener o ser parte del sistema.

¿En qué grupo o clase se encuentra el descontento social? 

En principio, será la gran masa descontenta, es la que se endeuda y no tiene posibilidades de crear riqueza, es el grupo de trabajadores y asalariados, a ellos no les llegan los beneficios económicos y ven cómo quienes “tienen” siguen concentrando riquezas y cómo sólo unos pocos acceden a tener más y disfrutar de las bondades económicas del consumo.

En este caso, nuestra economía está mal distribuida, nuestro comedor cojo en lo político, además posee dietas muy diferentes para los pocos que alcanzan a sentarse a comer, la gran mayoría come a crédito y muchos se quedan bajo la mesa.

Si tenemos que poner en la balanza qué es lo que tiene más insatisfechos a las personas, qué las hace manifestarse, claramente el derecho de elegir y participar en los procesos democráticos y políticos sería una categoría secundaria, pero en general, la ciudadanía está intentando decir en las calles que es necesario un cambio profundo, estructural, reformar los sistemas económico burocráticos que finamente se encuentran amarrados desde los años ochenta.

El reclamo generalizado es por corregir el sistema impositivo para redistribuir las riquezas en aquellos gastos e inversiones sociales necesarias para nivelar la cancha de la educación, la salud, la justicia, la seguridad, la infraestructura, el aseo de las ciudades, etc., y descartar aquellas políticas y cláusulas que favorecen la evasión y escamoteo de las arcas fiscales, ergo del bolsillo de los ciudadanos-que son los que más aportarían en el actual sistema tributario- tales como pago de patentes, impuestos, etc.; fiscalizar enérgicamente el acceso al crédito y priorizar el uso de los fondos de pensión por parte de los individuos para su propio emprendimiento, defender los derechos de los trabajadores, fiscalizar y endurecer multas a las empresas que prestan servicios concesionados, el aprovechamiento legal de los más pobres que se quedan sin protección e indefensos ante financista inescrupulosos, fiscalizar, fiscalizar y fiscalizar, etc., etc.

Entonces la ciudadanía se dará cuenta pronto, que mejorar el mecanismo de elección y representación política, permitiría viabilizar de manera natural y civilizada, la obtención de estos cambios al sistema económico que es el que asfixia.

¿Queremos mantener un gobierno presidencial o queremos uno semi-presidencial?, ¿queremos que los Ministros sean designados entre los parlamentarios electos o sigan siendo tecnócratas o miembros del equipo financista de las campañas presidenciales?, ¿queremos que la jefatura del Estado pueda disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones si hay controversia entre el gobierno y los representantes de una o ambas cámaras?

¿Necesitamos un parlamento representativo que permita a los gobiernos piso político para llevar a cabo las reformas que promete en campaña, o un parlamento que entregue estabilidad y defensa de la institucionalidad ochentera?

El modelo de desarrollo occidental, nuestro modelo político y económico, se encontraría en su etapa máxime según Fukuyama, pero nuestra democracia liberal, que se sustentó en ideologías neoliberales impuestas a fuego, mentiras y sangre, requiere profundamente cambios que permitan devolver la paz social.

Chile es una democracia-liberal desde hace muchos años, pero el descontento social está presente y materialmente tangible, lo que indica que una parte importante de la ciudadanía no está percibiendo el progreso y sus supuestas bondades. 

La democracia liberal como idea habría triunfado, por eso Chile habría llegado también al fin de la historia, pero no hay que olvidar que los factores sicológicos ligados al descontento,  son causa profunda de los movimientos revolucionarios, descontento que debe ser abordado para que la población, en su conjunto, pueda permitirse progresar en todas las áreas de desarrollo artístico, cultural, deportivo, científico, tecnológico y económico.

Como señalara Alexandre Kòjeve al retirarse del estudio filosófico (Kòjeve fue un filósofo fiel a las ideas hegelianas sobre el fin de la historia –tesis anterior a la de Fukuyama- centrada en la Revolución Francesa), luego del fin de la historia, ya no habría objetivos políticos por los que luchar, “las preocupaciones serán sólo económicas”.

Convengo así con algunos académicos que el profundo problema de hoy es la desigualdad económica, pero la solución no se lograría con más liberalismo extremo –políticas neoliberales-, mas tiendo a pensar que el camino profundo de recuperación de la paz social pasa por una concreta reforma al sistema político que se encamine a sincerar las posturas ideológicas –socialdemocracia o neoliberalismo-  y la real correlación de fuerzas políticas que la ciudadanía estime conveniente, para configurar futuros gobiernos que permitan transformar legítimamente el orden tributario, financiero y establecer las prioridades estratégicas que otorguen libertades, seguridad y protección de los derechos civiles y de los consumidores.

Con las actuales reglas del juego político, el avance sobre materia de distribución y economía seguirá siendo “en la medida de lo posible” y primará la disputa cortoplacista y pragmática por cargos, escaños y sillones.

Si las transformaciones políticas son vistas como meras válvulas de escape para un momento complejo de mal gobierno y son orientadas por conservadores quienes creen profundamente en el liberalismo, estas serán maquillaje para no perder cuotas de poder y no permitirán modificar el complejo burocrático económico y legal establecido.

Si las transformaciones políticas son visualizadas como necesarias para el progreso de la nación y son lideradas por las fuerzas progresistas que entienden que la solidaridad o fraternidad son necesarias para equilibrar una ecuación inversamente proporcional (libertad con igualdad) existirá esperanza para retomar un camino de legitimidad y crecimiento integral de nuestra sociedad.

martes, junio 12, 2012

Quebrar huesos


Claudio, el Precandidato Cojo

La primera vez que escuché a Claudio Orrego, fue a finales de los 90, cuando se encontraba dirigiendo la Comisión Presidencial para la Modernización de la Gestión Pública, tema avanzado para nuestro país, no sólo por su incipiente incorporación en la agenda pública, si no por la real necesidad de mirar y corregir la práctica del Poder Ejecutivo, en cuánto al cómo se hacen las cosas, demostrando, entre otras cosas, un uso eficiente y ordenado de los recursos públicos para la Inversión, disminuyendo los gastos operacionales y permitiendo sacar buenas notas ante los ojos internacionales que aprobaban más empréstitos y posibilitaban la incorporación de Chile a los TDLC que impulsaba el gobierno de Frei Hijo.

Iniciado el nuevo milenio, el Sr. Orrego fue nombrado Bi Ministro y de manera directa pudo liderar, ya no en el laboratorio, una agenda moderna en dos ministerios, uno muy social (Vivienda y Urbanismo) y otro con un cariz más bien técnico (Bienes Nacionales), pero finalmente, su corta estadía parece indicar que tanta eficiencia aprendida en Harvard no pudo contra la calle, faltando manejo político y la constatación que la buena gestión no es sinónimo de buena gestión política.

La semana pasada, he vuelto a escuchar a Claudio Orrego, sentado a medio metro de él en la Fundación Chile21, pude ver su maduración política, un Alcalde que puede exhibir grandes logros de gestión (lo que no pudo hacer como Ministro), y que es capaz de expresar su dolor o vergüenza por su fugaz travesía Ministerial, ha perfeccionado su locuacidad y labia, dejando entusiasmados al auditorio quienes al expresar “te creo” antes de cada intervención, muestran el alto nivel de credibilidad que concita su persona y discurso.

Hubo un comentario muy asertivo que fue tratado vagamente, “habrá que quebrar huesos dentro de la coalición política de oposición, para poder llevar a cabo todas y cada una de las propuestas”, le señaló el mediático ex ministro Vidal.

Claudio Orrego quiere Primarias, quiere competir legítimamente por la primera magistratura, pero por el momento, en lo práctico y real, existe un acuerdo firmado entre la DC y el PS que expresa llevarán un candidato único a la Presidencia y que fue firmado por el PS a propuesta de la DC, para fortalecer el entendimiento y la unión entre un amplio sector del centro y un amplio sector de la izquierda, como respuesta política al acuerdo electoral PC – PPD - PRSD.

Este acuerdo es leído aún por un sector del PS como un abandono práctico de las pretensiones presidenciales de la DC en favor de la Ex Presidenta Bachetet y desecharlo implicaría entonces, la aceptación pública de un error mayúsculo en la conducción política de Walker (DC) y Andrade (PS) en sus respectivas tiendas, asunto con una poca probabilidad de ocurrencia, salvo que alguien pague el costo de este mal negocio, algún chivo expiatorio que permita compensar la falta de prudencia y la carencia de liderazgo político efectivo en el cumplimiento de los compromisos.

Lamentablemente para Claudio Orrego, su carrera presidencial, por ahora parece estar llegando a su fin en esta vuelta, dado que una vez más, las fuerzas políticas (más dentro de su propio sector) se encuentran pensando en una fórmula de triunfo que no considera su propuesta, y al igual que en su breve paso como Ministro de Estado, estaría siendo desplazado por una falta de gestión política.

A fines del mes de marzo, Claudio Orrego esbozó un breve comentario en un canal de noticias, sin mayor convicción, sobre el hecho de que dentro de su propio comando presidencial, el eterno edil de Macul y coordinador programático para el tema municipal de su campaña evitara, por secretaría, participar de las Primarias Municipales de Oposición para competir por el sillón alcaldicio para un sexto período, en contra de todo pronóstico y conducta democrática.

Hoy, el Alcalde de Peñalolén, promueve su legítima aspiración a competir en una Primaria, pero cuando se vio en la encrucijada de ejercer un liderazgo claro en el seno de su familia política no lo hizo por convicción, entonces volveremos a la pregunta que le hiciera el ex ministro en el encuentro de Chile21 sobre si estará dispuesto a “quebrar huesos” dentro de la coalición para materializar su probable programa de gobierno y la respuesta en los hechos es clara: NO.

El nombre Claudio es antiguo y de raíz latina, significa Cojo.

Creo que la historia demuestra que Claudio Orrego fue cojo antes y es cojo hoy, sobre todo cojea en los momentos de hacer prevalecer sus convicciones políticas, o quizás su cojera se deba precisamente a que su conducta es esa, permisiva ante los amigos, lo que lo deja en un contexto de poca solidez política y ambigüedad de acción.

Claramente, el Alcalde de Peñalolén ha sido capaz de entregar una correcta y ordenada administración municipal, una de las pocas que no posee amagos de corrupción ni huele mal, los habitantes de Peñalolén se lo agradecen, pero gobernar un país completo, requiere más que un discurso y opinión, requiere decisión, convicción y coherencia sobre aquellos asuntos y principios por los que desea que la ciudadanía se incline.

Por ahora, solo diremos que aún es tiempo para que Claudio, el Cojo, pueda reordenar sus convicciones y trabajar por ellas, pues si no es capaz de romper huesos, lo más probable es que siga sin poder concretar cabalmente sus legítimas aspiraciones y su cojera seguirá siendo evidente frente a la clase política hegemónica y la sociedad en su conjunto.

lunes, junio 11, 2012

a propósito de Velasco...


La ilusión de los independientes en el sistema político Chileno actual.

Esta semana hemos visto al Pre candidato Presidencial Independiente, Andrés Velasco, quien ha hecho presente su molestia, temor o miedo sobre el proyecto de ley para la implementación de Primarias que lidera el gobierno, que dejaría al arbitrio de un partido político la participación de los independientes en procesos futuros de Primarias Presidenciales, Parlamentarias y Municipales.

Pero ¿por qué habría de poner atención un ciudadano que se considera “independiente” sobre un proyecto de ley que establecerá nuevas reglas del juego al sistema de partidos político, si, al fin y al cabo es totalmente independiente?

La democracia es un sistema político participativo, donde un importante principio es la participación, que se expresa en la máxima “poder elegir y poder ser elegido”, no obstante la evidencia empírica nos informa que esto no es tan así, ya que son los partidos políticos quienes deciden en última instancia quiénes y dónde compiten. Quien diga lo contrario miente.

Hasta el más conspicuo y valiente candidato, independiente o no, sabe que esto es así, y debe siempre generar los puentes y nexos suficientes con algún sector político para poder tener una base necesaria que sustente tanto su candidatura, su campaña y su desempeño en el cargo que pueda llegar a ostentar.
Habrá una que otra candidatura que se escape a esta regla, mas, todos los caminos llegan a Roma y tarde o temprano el escenario partidario se debe enfrentar, por lo demás, la excepción confirma la regla.

El sistema binominal es una herramienta, ni buena ni mala, es lo que es y lo que tenemos en la actualidad, pero ¿es lo que necesitamos hoy? O sólo es un sistema que ya no es capaz de entregar paz o buena convivencia política al interior de las alianzas y conglomerados electorales y políticos que existen hoy en Chile.

Lo cierto es que para una buena parte de chilenos este sistema les es útil y lo intentarán proteger, pero incluso, a mi juicio, este debate es inoficioso, pues aunque el sistema se modificase por uno más proporcional, nos daríamos cuenta que, los candidatos siguen siendo los mismos, que los líderes políticos siguen siendo los mismos y que los intereses ciudadanos se encuentra aún sin ser representados en el sistema político sea cual sea, así también habrán uno que otro “independiente” que quiera participar abrigado por uno que otro partido que no tenga candidatos suficientes.

Diremos algo que parece obvio, pero que a veces pasamos por alto: los sistemas políticos se sustentan en Partidos Políticos, los cuales son organizaciones intermedias de la sociedad que aglutinan diversas manifestaciones, pensamientos, ideologías e intereses para con respecto a la forma del Estado y de cómo Gobernar, así, no existe modelo democrático sin partidos políticos.

Entonces nos preguntaremos: ¿existen países en extremo avanzados y desarrollados que hayan logrado que sus Partidos Políticos logren representar los intereses reales de la gran mayoría de sus ciudadanos?, o sólo este problema se debe a nuestro sub desarrollo intelectual y necesitado de paternalismos autoritarios.

Quizás el remedio para nuestro sistema político representativo se deba orientar en los propios partidos políticos, los cuales son reflejo de una ley que impide democracia interna, que fomenta el engaño y distorsiones de los padrones electorales de cada colectividad, se encuentran exentas de regulación y real fiscalización estatal, que ha generado cuotas de poder y cuyo resultado, termina siendo la falta real de representación de los intereses ciudadanos.

Qué tipo de Estado queremos y cómo queremos Gobernarlo, son preguntas que nunca se podrán responder con una única solución, para esto están los partidos políticos, que agrupan los intereses individuales que deberán concordar cívicamente sus diferencias, pero si en su conjunto o sistema no poseen una buena regulación que obligue procesos democráticos en sus decisiones, transparencia y rigurosidad de sus procesos internos (que incluya financiamiento) y fiscalización real por parte de organismos del Estado, seguiremos teniendo problemas de representación de largo alcance.

Si hubiese un buen sistema político, los independientes no tendrían que mendigar apoyo de los partidos políticos y sus candidaturas serían “independientes” o bien, serían la expresión de otro Partido Político, pues en lo práctico, las candidaturas independientes inscritas por los partidos políticos, vienen a hacer leña de un árbol caído, ya que se insertan e incorporan en el sistema político aludiendo su desdén sobre los partidos y evangelizando sobre su independencia partidaria, cuando, como hemos dicho, de una u otra manera han tenido que pasar por algún filtro partidario, pues, todos los caminos llevan a Roma.

lunes, junio 04, 2012

La nueva gerusía


La nueva consigna: 8 años, no más

Escuchamos a menudo que nuestra clase gobernante llevan un tiempo más que prudente en sus cargos de representatividad, nos referimos a Senadores, Diputados, Alcaldes y Concejales o en los miles de cargos del anquilosado sector público de esos con sueldos “reguleques”.

Primer Congreso Nacional, Nicanor González Méndez (1864 - 1934)
Pronto se transparentará la batalla presidencial, pero tras bambalinas, existen dos soterradas pugnas, las parlamentarias, que en efecto, deben renovar el total de los 120 Diputados y 20 de los  38 Senadores.
En un rápido examen, veremos que a la fecha de hoy, el promedio de edad de los 20 Senadores cuyos cargos representativos se renovarán, es de 60 años, cuando la exigencia constitucional para ser elegido es tener 35 años, por su parte, los 120 cargos de Diputados a renovar, el promedio de edad de los actuales representantes es de 52 años, cuando el mínimo para postular es de 21.

En cuanto a los años en que los parlamentarios han tenido el honor de representarnos en el congreso, de los 20 Senadores a renovarse, 6 de ellos cumplirán 16 o más años (2 períodos o más) sólo como Senadores, a saber: el RN Carlos Cantero (55), el UDI Jovino Novoa (67) y los DC Jorge Pizarro (60), Hosaín Sabag (75), Mariano Ruiz-Esquide (82) y Eduardo Frei (70).

Por otro lado, los Diputados que cumplen 16 años o más (3 períodos o más) como legisladores de la Cámara, son 21 de los 120. Para no extendernos, diremos que estos 21 honorables promedian 20 años como Diputados y los 63 años de edad, donde habrían 7 UDI, 4 RN, 5 DC, 3 PPD y 2 PS –donde uno de ellos hoy es del MAS.

¿Será esta la razón por la que Enríquez-Ominami acuñó la idea de jubilar a muchos políticos?

Bueno, en justicia diremos que la UDI, el partido que más Diputados posee, 16 de ellos (40/120) cumplirá su primer período para la próxima elección, promediando ellos 44 años de edad.

En otro sentido, reconocemos en los parlamentarios “la” clase política por excelencia, así,  muchos antes de llegar al Parlamento han sido Alcaldes, Concejales, o ejecutivos del gobierno de turno.

Como sabemos, 14 de nuestros 20 Senadores, seguramente, intentarán su primera re-elección (incluimos a los 4 nuevos designados), aunque desde una mirada completa, estos 20 parlamentarios en su conjunto promedian 16 años de congresistas y 21 años como Servidores Públicos (además fueron Alcaldes, Concejales, Directivos Públicos, Diplomáticos, etc.)

Así, los Senadores que cumplirán más de 30 años en la política de primera línea para la reelección, nos encontramos nuevamente con Carlos Canteros, Hosaín Sabag, Mariano Ruiz-Esquide e ingresa a este selecto grupo el UDI Víctor Pérez (57)

En la misma línea, los Diputados con más de 20 años en la Cámara para la próxima elección son nada más que 12, sin embargo, si nos fijamos en la cantidad de años de Servicio Público en primera línea (habiendo sido anteriormente Alcaldes, Concejales, Directivos Públicos, etc.), sin importar cuántos años lleva en la cámara, la cifra será menor.

En efecto, los Diputados que poseen más de 30 años al servicio de los chilenos más allá de sus períodos en el Parlamento son sólo 6, los Honorables DC Eduardo Cerda (79),  2 RN: Alberto Cardemil (66) y Germán Verdugo (63) y 3 UDI: María Angélica Cristi(70), Iván Moreira (55) y Joel Rosales (57).

Como se puede observar, a grandes líneas, la clase política no parece ser tan longeva ni llevar tantos años en su conjunto en el parlamento, sin embargo, la cantidad de escaños en el Congreso no aumentan dinámicamente, por lo que existe una sensación de que todas y todos llevan mucho tiempo allí.

No obstante lo anterior, sería prudente establecer un límite a la reelección de los cargos de representación popular, sólo aumentar el número de parlamentarios no parece ser adecuado como para generar una disposición favorable para que los partidos políticos u otras organizaciones trabajen en procesos de formación continua que permitan obtener una “cantera” y mayor participación de la ciudadanía joven en el conjunto del proceso político.

Ocho años -2 períodos seguidos como Diputados, Alcaldes o Concejales o, un período de Senador- parecen ser suficientes y razonables  para ostentar un cargo de representación popular; seguramente los parlamentarios en ejercicio se negarán a legislar o apoyar una medida que tienda a disminuir sus tiempos.

En contraposición, un ciudadano inteligente que comparta esta visión, debería analizar la oferta política y decidir por aquellas que entreguen espacios de renovación, pues estas garantizan un sistema político sano, vale decir, no votar por quienes cumplan más de 8 años en sus respectivos cargos, pensando así en activar y mejorar la cadena de trabajo que le permita imprimir mayor dinamismo y competencia en el sistema político de lo que existe en la actualidad.  

Como hemos dicho, el partido político con más parlamentarios, la UDI, parece haber comprendido esto y ha ganado terreno en cuanto a su representatividad, quizás no porque su ideología política sea la que represente a los chilenos -ejemplo de ello es el bajo respaldo al gobierno o el alto apoyo a demandas sociales que van en opuesta dirección al pensamiento político de este partido-, sino que simplemente han ampliado su oferta electoral, desmarcándose de la inamovilidad que si presentan los otros partidos, promoviendo una oferta fresca y joven, que les ha permitido ganar territorios consolidados y antes vetados.

Cualquier organización, desde una deportiva hasta la netamente política, sabe que su existencia y conservación se encuentran ligada al desarrollo de cuadros de formación, pero para que estos procesos sean exitosos, deben, inexcusablemente, otorgarse los espacios necesarios para que estos desarrollen sus potencialidades y participen efectivamente, dotando al sistema de un futuro real, participativo e inclusivo.