
Era un convoy de dos coches, en el segundo carro venían dos japoneses, un alemán, tres españoles, en el nuestro, tres Chilenos y tres latinos con pasaporte americano, por lo que podíamos entendernos bastante bien.
Por cierto, yo andaba solo, la pareja de chilenos debía tener por lo menos unos 60 años cada uno, un matrimonio feliz, creo que tenían familia en alguno de los países donde nos encontrábamos.

El asunto fue que nos quedamos sin combustible, hubo problemas en el último poblado que pasamos, el conductor pisó a fondo y aceleró mucho y ya llevábamos bastantes kilómetros, sería el miedo, qué se yo, pero ninguno se percató que estos idiotas no tenían el suficiente combustible.
Estaba al tanto de todos los problemas que hay en Gaza, huelga decir que si googleas Gaza con imágenes, el tema es muy triste y realmente duro, pero nosotros andábamos en otra, las órdenes precisas eran evitar ver sangre y menos exponernos.
Tuvimos suerte, pero lo importante es que ya estábamos a punto de llegar a los lugares que realmente nos interesaban.
Estoy seguro de que en algunas de las caminatas, la señora Eleonor se le insinuaba a uno de los españoles, Bibiano, se notaba un par de años menor que ella, pero, sobre cierta edad eso da lo mismo.
Cierto es que andaba toda cocoroca y lo que más me sorprendía, era su capacidad para hacerse la loquilla, don Gastón -su marido- no se daba ni cuenta, es más, le decía a viva voz en inglés: “how beautiful you are today”, no sé para qué si los que hacían daño hablaban en español.
Yo pensaba que la señora se veía muy bien para esa edad, o quizás serían sus hormonas locas soltando sus últimas reservas eléctricas por estar en contacto con un macho por el cual se interesaba… para que ser mal pensado, quizás el viaje y este aire lo que le hacía bien, en fin, mi conclusión rápida es que ella se veía bella tratando de ser infiel.
En todo caso, no era mi problema, quizás ella no pensaba en saber lo que le hacen a las mujeres infieles por estos lados.
Finalmente era una sola coincidencia que nos encontráramos en esa situación, de hecho, yo casi no conversaba con ellos, cosa rara, mi periplo por Europa se extendía por más de 4 años y con los que más me costaba entablar diálogo era con los chilenos.
Pues bien y para que no se entienda mal, la pareja de chilenos era muy educada y siempre estaban consultándome cosas sobre Europa, que cuánto costaba esto, que cuánto costaba esto otro en tal y cual ciudad, yo respondía con amabilidad, pero ya estaba un poco hastiado.
Mi departamento estaba en cerca de la estación del Moorgate del Underground, London. Pero por motivos estudiantiles, había recorrido ya gran parte de la Europa continental unas tres veces, me manejaba bien.
En una de las paradas obligadas, el joven alemán estaba discutiendo con el conductor, entre ojos, miraba bastante enojado al resto de los pasajeros, la verdad es que no entendí mucho de esa discusión, no sé, algo de que ya estaba harto y tenían algo contra de él que parecía extraño, no sé, en todo caso era el único que parecía realmente europeo.
Envidiable el atardecer en esos parajes, quizás nada mejor como la luna detrás de un milenario árbol en los bosques australes, pero de atardecer cálido, qué decir.

El aire se siente tibio pero para la zona y lo que hemos vivido, muy agradables, sin lugar a dudas, estos territorios son de verdaderos pioneros milenarios, lástima la militarización y la sangre derramada.
Bien, vamos al grano… yo sé porque los compatriotas no me hablaban mucho, para ellos yo era una especie rara, quizás como todo lo que ellos estaban viendo en esa -quizás su única- oportunidad en la vida y que quizás pagarían en cómodas cuotas por unos 5 años.
Mi piel es morena y mi apellido Hueiquilef, podré hablar tres idiomas correctamente, podré terminar mis estudios en las mejores Universidades inglesas, pero para ellos sigo siendo un "indiecito".
Esa mirada es la misma que sentí cuando comencé mis estudios en la PUC, esto se trata de educación, pero no académica, esto no se trata de tolerancia, se trata de discriminación, esto se trata de educación.
El sueño de algunos elevados será que sus hijos estudien y alcancen la mitad de lo que yo he logrado, les molesta que yo esté aquí, me lo han hecho saber y sentir.
No soy un niño, no me ofendan, he vivido en lugares donde el comunismo y el capitalismo se amalgaman; he estado en zonas con pro nazis y calvos que salivan en la cara de la gente de color, lo siento, pero he sentido odio cuando menoscaban a un inmigrante africano.
Así como el fenómeno del Niño, de manera ancestral se cierne sobre las aguas, es cómo mi pueblo se levanta de vez en vez ante el abuso y la represión autoritaria del conquistador, de manera permanente pero irregular, a veces pausada, a veces violenta.
En este momento, yo sabré qué lugar ocupar, y no esperaré que me digan: "tu perteneces a esa gente".
Soy como una lanza que viaja ligera y mi voz estará junto a mi sangre, junto a mi tierra, cautelada por el Roble, la Araucaria y el Ciprés.
Arauco vive, diez veces vencedor, marichiwew
No hay comentarios.:
Publicar un comentario