viernes, noviembre 09, 2007

Homenaje Póstumo

Ya me habían mencionado que se realizaría un evento de homenaje póstumo, por el cumplimiento de un año de la partida de “Don Isra”.

Había pensado mucho sobre esto y lo incómodo que podría llegar significar para mí, asistir a este evento si no se había realizado –ni lo he promovido – una actividad similar para con otros importantes personajes.

En efecto, se trataba de don Israel Pérez F. (Auxiliar y eterno funcionario de nuestra querida Alma Mater) quien falleciera luego de una larga y dolorosa enfermedad.

Finalmente y por azares de la vida, allí estaba, junto a mi partner que me convenció de asistir (no antes de hacerle ver que creía justo que se debía recordar también a los profesores Horacio D’Ottone, Hernán Cubillos y a María Cristina Rodríguez, quienes eran Titulares de sus cátedras a la hora de exhalar sus últimos alientos).

Quien lideraba esta actividad, la Conny Siemens, siempre se caracterizó por gestionar actividades con toques que yo solo he visto en mi vida “en los bosques”, especiales, así, al entrar al opulento Palacio Matte y encontrarme con funcionarias como la siempre amable Sra. Silvia y una emocionada “Verito”, me hicieron entrega de un clavel rojo.

El piso del amplio Hall del Palacio tenía un camino dibujado con pétalos de flores de múltiples colores, quizás todas rosas, que descendían de la escalera Imperial.

Una vez dentro del “Salón de Honor” se dio paso a un diaporama con fotografías de la vida de Don Isra y luego comenzó una conversación fraterna entre los alumnos, ex alumnos, funcionarios y parte de la familia del homenajeado (hermana, hijos y nietos), existió presencia, eso si, de dos connotados profesores.

Me dio gusto que dentro de las palabras del Presidente del Centro de Alumnos más antiguo en la sala, recordara lo que le dije antes de que entráramos y nombrara en su alocución a los ilustres maestros que también partieran a enseñar a la otra vida.

Para mi, y lo dije en su momento, don Israel era el funcionario siempre presente, el “clásico”, el del consejo de ancianos” que le respetas por sus arrugas por su silencio, por su bondadosa sonrisa y eterna amabilidad, el que te ayudaba y te aconsejaba, pues él todo lo veía, por lo que se merecía un “Gracias” a través de su entrañable hermana.

Luego de este momento íntimo, subimos por aquel delicado camino de pétalos y seguimos los las huellas que tantas veces recorrimos junto a nuestros compañeros de estudios, llegando al segundo piso y en aquel pilar asoleado cerecano a uno de los balcones interiores, se descubrió tras una seda azul, una hermosa Placa conmemorativa que contenía palabras de merecido reconocimiento.

Si me apuro en sacar cuentas, yo egresé el año 1999, deambulé por los pasillos algunos días hasta mi examen de título, por mayo del 2000, luego de eso, creo que había vuelto a estas dependencias y pasillos unas 3 veces, 3 oportunidades en que nuevamente pisaba el suelo de la Escuela, el Palacio Matte.

Una experiencia emotiva, que me trajo muchos recuerdos de una parte importante en mi vida universitaria, donde di los primeros pasos en la academia, en la política y donde conocí muchos –que son muy pocos- de los que hoy son mis amigos.

Requiéscat in Pace Isra

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